El
28 de Junio es un día para reclamar la libertad de todas las
identidades
y opciones sexuales. Un día que debemos siempre tener
presente
en nuestra lucha contra la opresión de género, contra el
patriarcado,
columna vertebral del capitalismo. El orden social
patriarcal
oprime, coacciona y condiciona a toda sociedad que se rija
por
éste, por lo que esta causa no es una cuestión que solo deba
preocupar
a aquellas personas que desarrollan y reivindican opciones
sexuales
disidentes (no heterosexuales). La clase obrera no se divide
en
pequeños sectores según identidades sexuales, algunos de los
cuales
puedan vivir en paralelo y ajenos a las condiciones estructurales
del
patriarcado que configuran, en parte, nuestro modo de existencia y
nuestras
relaciones sociales.
El
reformismo, la lucha parcial por concesiones mínimas para el
colectivo
LGBTI, no es el reflejo de una voluntad verdaderamente
transformadora:
solo sirve para fagocitar el potencial revolucionario de
muchos
sectores de la clase obrera, para hacer que sus identidades
sexuales
queden encajadas en el sistema capitalista patriarcal y sacar
rédito,
a través de estas pequeñas concesiones (que en absoluto hacen
tambalearse
al orden social patriarcal que sustenta al capitalismo),
perpetuando
la opresión de género. Solo hay que ver la forma como
se
han canalizado las legítimas demandas de libertad sexual: las calles
de
todas las ciudades se llenan cada 28 de Junio de “orgullo”, ocio,
drogodependencia
y fiesta, quedando la reivindicación y la
combatividad
en mera anécdota. Estas “reivindicaciones” parciales
dejan
de ser una molestia para el sistema cuando son canalizadas en
favor
del interés del capitalismo sustentado por el patriarcado: el
capitalismo
se reinventa aprovechando estas reivindicaciones. Ejemplo
de
ello es el mercado específico creado para sectores sociales con
identidades
sexuales disidentes de la heterosexual, como el de los
productos
eróticos gay-lésbico-trans, los locales de ocio “de
ambiente”,
la imposición práctica del matrimonio como forma de unión
afectiva
entre homosexuales, bien para elevar su bajo estatus, bien
para
lograr determinadas prestaciones sociales, etc.
De
nada sirven los logros provenientes desde las instituciones del
Estado
burgués, como la ampliación de ciertos derechos civiles para
sectores
menos privilegiados como los no heterosexuales o la aparente
mayor
tolerancia hacia los homosexuales (como si acaso las opciones
sexuales
hubieran de “tolerarse”). Dichas soluciones parciales no son
en
realidad soluciones por cuanto generan nuevos problemas (el
aumento
de la estigmatización y la homofobia-transfobia, la reclusión
en
“guettos” sociales de estos sectores, etc.), además de que
refuerzan
el
control del Estado burgués con medidas desmovilizadoras y
estupefacientes.
Es un contrasentido justificar la reivindicación sexual y
feminista
en el contexto de la moralidad burguesa, pues dichas
posiciones
solo favorecen a la reacción.
La
única solución es la lucha total, y no parcial, contra el Estado
burgués.
Solo una organización fuerte y consciente desde la clase
obrera,
la clase revolucionaria, puede combatir al Estado burgués.
Toda
opción que no suponga esta lucha total estará del lado de la
reacción,
también en lo que respecta al mantenimiento del viejo orden
patriarcal.
¡Contra
la opresión de género y sexual, combatamos el capitalismo
patriarcal!
Reconstrucción
Comunista Junio 2014
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