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domingo, 13 de julio de 2014

Sobre los sucesos en Palestina

La prensa habla de más de 90 asesinatos indiscriminados en Gaza y
400 toneladas de explosivos sobre la población palestina en tres días
de bombardeos. Con la excusa de los precarios cohetes de Hamás,
Israel sigue masacrando la población árabe, aunque sean niños o
personas indefensas. Los mismos funcionarios de la hipócrita ONU
destinados en Gaza están comprobando el terror y la muerte que sufre
a diario el pueblo palestino. No es auto-defensa ni protección de
civiles, como dicen los voceros occidentales del régimen sionista. El
asesinato, la negación total de derechos y la expulsión de árabes de
sus casas y tierras empezó mucho antes de que Hamás lanzara
cohetes; lanzamientos que responden más a la desesperación y la
impotencia que a una estrategia real y efectiva.

 Por lo tanto, aquí no caben posturas equidistantes de “llamar a la
calma” o a “evitar una escalada de violencia”, posturas que realmente
encubren el estatus de Israel como Estado genocida y racista, pues es
un enclave imperialista muy valioso para Occidente. Los responsables
del genocidio, las matanzas y el exilio forzado de palestinos deben ser
juzgados por crímenes contra los derechos elementales del pueblo.

 Israel ha dejado claro en las negociaciones políticas que están
dispuestos a aniquilar la población árabe, y es que, no en pocas
ocasiones, se ha puesto sobre la mesa la solución de dos Estados con
las fronteras del 67. Esta propuesta fue defendida incluso por el
imperialista Obama. Dichas fronteras seguirían siendo una humillación
para los palestinos, pues significan el reconocimiento implícito de la
teocracia judía de Israel, pero las autoridades palestinas estaban
dispuestas a aceptarlas. Incluso Hamás, en presencia del ex presidente
americano Jimmy Carter, afirmó su voluntad de sentar las bases de la
paz sobre dichas fronteras. Pero es una constante que Israel se niegue
a cualquier propuesta que no conlleve a los Palestinos a convertirse en
una simple reserva indígena, y cuando ha habido conversaciones entre
ambos bandos, las provocaciones sionistas han continuado mediante la
construcción de nuevos asentamientos. Es por eso que no cabe
ninguna duda de los verdaderos objetivos de Israel: expulsar a todos
los árabes y convertir lo que queda de Palestina en una teocracia
dónde sólo caben judíos. No hace falta que recordemos a qué
experiencia europea del siglo XX se asemeja dicha política racista. Por
otro lado, la comunidad internacional, sigue encubriendo y apoyando
al sionismo. Cuando en el 2006, Hamás venció claramente en las
elecciones legislativas, la comunidad internacional decidió dejar sin
ayudas a la población de Gaza como castigo por no elegir a dirigentes
más pusilánimes y controlables en su lucha contra el sionismo. A eso
se le une la equiparación de los dos bandos como beligerantes iguales,
que encubre la violación y la masacre sionista contra los árabes. La
explicación radica en el juego de intereses imperialistas de Estados
Unidos en alianza con el bloque imperialista europeo, para quienes
Israel representa una punta de lanza imprescindible en Oriente Medio.

 Sin embargo, por encima de los sentimientos viscerales que despierta
ver a Israel bombardear a la población de Gaza, no debemos ser
acríticos con cualquier movimiento político nacionalista. No se detuvo
el avance de Israel cuando la resistencia la capitaneaban sectores
izquierdistas y tampoco lo logran ahora capitaneados por islamistas.
Se hace más necesaria que nunca la constitución de un movimiento
revolucionario en Palestina dirigido por la clase obrera, que agrupe a
revolucionarios por encima de ambas etnias y religiones y que, en
alianza con el movimiento de liberación nacional palestino, derrote al
Estado israelí y prosiga la revolución. Pero mientras no se ponga fin al
genocidio, hay que seguir denunciando al Estado de Israel por lo que
es, un Estado criminal. Que las muertes no caigan en el olvido.

 ¡Boicot a Israel!

 ¡Viva Palestina libre!

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